Todavía no sé caminar. Ni siquiera gatear. Pero ya incursioné con mi primer móvil: el Rino. Lo descubrí el otro día cuando mamá me sentó para que jugara un rato con la bocina, y al final terminé andando, gracias a unos empujoncitos de mamá y otros tantos (un poco más violentos, claro) de mi hermana Sofi.
Estuvo divertidísimo, así que esto es sólo el principio de mis paseos en Rinomóvil.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario